Hace unos días se levantó la cuarentena en la ciudad de Wuhan, lugar del que pocos fuera de China habían oído hablar hasta antes del covid-19. “¿Cómo lo lograron?” se preguntan algunos. En redes sociales en nuestro país se habla mucho del rol que tuvo el gobierno de China en la pandemia: unos, apoyando las medidas restrictivas drásticas que se impusieron para controlar la enfermedad; otros, criticando la lentitud y la opacidad del manejo de la misma.
Me preocupan mucho las voces que exigen al gobierno que mande al ejército a controlar a la población “así como le hizo China”. El gobierno chino desplegó al Ejército de Liberación del Pueblo tanto para apoyo en servicios médicos como en seguridad y sin duda, es un país con un alto nivel de control sobre su población. Pero quienes piensen que China está logrando controlar la pandemia solamente a través de la fuerza, no consideran factores culturales.
La cultura es una serie de patrones de comportamientos, percepciones y valores compartidos por un grupo de personas. Si pasamos por alto los factores culturales y nos limitamos a ver las políticas o acciones de tal o cual gobierno, solamente estamos viendo una parte del fenómeno.
Uno de los elementos centrales para entender a la cultura china es el concepto de 吃苦 chīkǔ, o aguantar el sufrimiento. Literalmente significa “comer amargo”, e implica no solamente ‘aguantarse’ y quedarse de brazos cruzados, sino llevar de la mejor manera la adversidad, hacer los sacrificios necesarios con aceptación de la situación, a fin de superarla. Aún antes de que fueran decretadas cuarentenas en otras ciudades de China, millones comenzaron a resguardarse en sus casas: unos por miedo quizá, pero muchos conscientes de los sacrificios que hay que hacer por otros. Esto hizo más efectiva la cuarentena en ese país, más allá de la vigilancia militar o policial.
Desde luego que hay otros factores que les ayudaron a quedarse en casa. Desde seguir contando con un ingreso o apoyo económico, la capacidad tecnológica para trabajar desde casa, y otros tantos que tiene China como ventaja. Sin embargo, si no tomamos en cuenta el factor sociocultural, y solamente se quieren emular acciones de combate contra el covid-19 basadas en experiencias ajenas, estas no serán efectivas.
En México manejamos la resignación de una manera muy diferente. Más que el dicho “a agua y ajo…”, en realidad ni nos hemos aguantado y solo nos hemos jodido. Los días pasados se ha visto que miles de regiomontanos siguen saliendo a las calles no a trabajar, sino “de paseo”. Algunos de los entrevistados aluden a la clásica expresión mexicana “pues de algo me he de morir” cuando se les pregunta si no les da miedo infectarse de coronavirus. Mejor que nos encuentre la calaca gozando y no llorando.
Se necesita proveer de una red de apoyo económico para que las personas puedan quedarse en casa. Se deben establecer estrategias de comunicación claras que le indiquen a las personas cómo prevenir contraer la enfermedad o qué hacer en caso de sospechar estar enfermos. Pero sin atender el elemento cultural, seguiremos viendo retrasos en el combate al covid-19: no hay suficientes policías en este país para controlarnos a todos.
Querer reducir algo tan complejo como lo que estamos viviendo a una sola dimensión es engañarnos a nosotros mismos. Urgen más acciones que incluyan perspectivas multidisciplinarias en su elaboración. La labor de la ciencia médica es crucial y debe tomar el mando al tratarse de un problema de salud, pero sin la participación de otras disciplinas los resultados no serán los esperados, ni se verán resueltos los retos sociales y económicos que la pandemia ha provocado.
A título personal, considero que hoy las universidades tienen un rol crucial frente a la pandemia. Más que nunca tenemos que salir de la Torre de Marfil y conectarnos no solamente con otros sectores de la sociedad, sino también entre nosotros mismos. Me enorgullece ser parte de una institución que está a la vanguardia tecnológica y que está uniendo fuerzas con otros sectores para aportar desde nuestra trinchera. Pero falta más, mucha más colaboración interdisciplinaria e interinstitucional que pueda aportar propuestas integrales que aborden la complejidad del problema y que vayan de acuerdo a nuestra realidad local.